GASTONE NENCINI El león de Mugello





traduzione in italiano
a cura di Belén Rodal 
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Siete han sido los ciclistas italianos que han ganado la carrera por etapas más importante del mundo, el Tour de Francia. Los siete magníficos son Ottavio Botecchia, Gino Bartali, Fausto Coppi, Gastone Nencini, Felice Guimondi, Marco Pantani y Vincenzo Nibali. De todos ellos, y bien poco que le importaba a él, quizá el menos conocido sea Gastone Nencini.


Nacido en Barberino de Mugello, muy cerca de Florencia, Nencini pasó a profesionales en elaño 1953, enrolado en la escuadra de la marca de bicicletas Legano. Llevaba dos años de profesionales, cuando en el Giro de Italia de 1955 sorprende a propios y extraños y llega a la penúltima etapa siendo el líder de la general. Tras él, Fausto Coppi y Fiorenzo Magni. La llegada a San Pellegrino es la última dificultad para que un joven Nencini sea el sorprendente vencedor de la corsa rosa, pero Coppi y Magni tienen otros planes. En la salida de Trento, ambos se alían y hacen saltar la banca. Magni, que lleva las ruedas del Tour de Flandes, lanza junto a Coppi un feroz ataque en las faldas del coloso lombardo, que provoca que Nencini ceda y vea como Coppi gana la etapa y Magni la general. A pesar de haber ganado dos etapas y el premio de la montaña, toma nota de lo ocurrido para futuras ediciones.

La llegada de Nencini al pelotón profesional supuso una alteración del “statu quo” establecido. Sabido es el trato que muchos gregarios reciben de sus jefes de filas, estando en la memoria de todos las lágrimas de Andrea Correa, corredor del Bianchi y gregario de Coppi, que se puso líder del Tour de Francia de 1952 sin permiso de su líder. Al día siguiente se descolgó y recuperó el sosiego. Nencini, de carácter indómito, no estaba dispuesto a pasar por lo mismo y eso provocó ciertos recelos.

Después de un año en el que se impone en la etapa final del Tour y en los Tres Valles Varesinos, Nencini se presenta en el Giro de Italia de 1957 con gigantes de la ruta, como el francés Louison Bobet y el luxemburgués Charly Gaul. Bobet golpea primero y se pone líder en la segunda etapa, curiosamente ganada por Gaul. El francés continúa de líder, excepto tres días, hasta que en el Campo dei Fiori Gaul asalta el liderato. A falta de cuatro etapas, camino de Trento, otra vez la ciudad conciliar, Gaul para a orinar y Bobet lanza un ataque descomunal.

Algunos lo bautizaron como el “Giro del pipí”. Poblet y Nencini, con la lección bien aprendida de dos años antes, se pegan a su rueda siendo la etapa para el español y el liderato para el italiano. Finalmente Nencini lograba entrar vestido de rosa en Milán con 19 segundos de ventaja sobre Louison Bobet. Al terminar, la Gazzetta de lo Sport la bautizó como la carrera más bella del siglo, escribiendo que el Giro de Italia siempre fue esquivo para el campeón francés.

Nencini continúa su carrera logrando etapas en el Giro y en el Tour. Es un ciclista de metro ochenta, resistente en las subidas y un bajador excelso. Sabe desde bien pequeño que todo lo que ha logrado es debido a su sacrificio y no escatima en el esfuerzo. En la memoria tiene grabado a fuego aquellas palabras de su padre Attilio, cuando le dijo que fuera él mismo, qué Coppi y Bartali sólo sale uno cada cien años. El joven Nencini se puso a trabajar, se compró una bicicleta de segunda mano y la guardó en casa de un amigo para que no la viera su padre.

El año 1960, año olímpico, un francés ganó en Italia y un italiano en Francia. El Giro sale de Roma y termina en Milán, subiendo por primera vez el temible Gavia. Nencini, defendiendo el maillot del Carpano, gana dos etapas pero no puede en la contrarreloj con la fuerza de Anquetil, que gana el Giro por 28 segundos de ventaja sobre Nencini.

Conservando el excelso estado de forma, Nencini se pone líder del Tour de Francia en el
segundo sector de la primera etapa. Nueve días después, el francés Rivière, el favorito local, gana en Pau y Nencini vuelve a lo más alto de la clasificación. Nencini es un hombre duro, pedernal labrado con su propio esfuerzo y no es fácil de derrotar. Nube amarilla, como le conocen en Francia resiste en los Pirineos y en los Alpes los ataques de éste, que tiene la desgracia de caerse bajando, en el Macizo Central, el Col de Perjuret y fracturarse la columna vertebral.

En la penúltima etapa, el Tour se detiene, algo histórico porque sólo había ocurrido con motivo de la Segunda Guerra Mundial, en Colombey – les - Deux – Églises en frente de la casa de Charles de Gaulle. El director de carrera le presenta al líder como:”Nencini, italiano” a lo que el propio DeGaulle responde: "No! Nencini, florentino”. El general, que conocía la historia de Gastone Nencini y sus victorias en suelo francés, como declaró a la prensa ese día, le saluda y le dice: “ha luchado como un verdadero soldado. Mi felicitación. Paris, bien merecido, es suyo”.

Nencini entró en Paris siendo el cuarto ciclista italiano que lo hacía de amarillo.
Tuvo también seis presencias con la selección nacional, destacando el mundial de Reims en 1958, ayudando a Baldini a conquistar el arcobaleno.

La temporada siguiente de su triunfo en Paris, Nencini sufría una caída en Croci di Calenzano que le provoca una herida profunda en la cabeza y le daña varias vertebras y, aunque no le retira, no vuelve a ser el mismo. Termina su andadura profesional en el Filotex, enseñando a los más jóvenes.

Nencini, ya como civil, monta una tienda de bicicletas y dirige el equipo Max Meyer. Sus inquietudes no terminan ahí, ya que toma clases de pintura con Pietro Annigoni, pintor realista, famoso entre otras cosas por sus retratos de John Fitgeraltz Kennedy, Juan XXIII o la reina Isabel II.

Con 49 años, debido a un fallo linfático, Nencini, el ciclista sonriente, amante de las mujeres, bebedor de una copa de vino en las comidas, fallecía.

Cualquiera que busque en YouTube las hazañas de este grandioso y sin embargo, poco
recordado ciclista, se encontrará con una estupenda muestra elaborada por su hija Elisabetta.

Licenciada en bellas artes por la universidad de Florencia, ya se sabe de dónde le viene la pasión por el arte, ha comisariado exposiciones como la que celebró el sesenta aniversario de la victoria de su padre en el Giro de Italia en Il Palazzo del Pegaso, en Florencia. Para ella, su padre era una persona que no tenía vanidad, "su nombre está en la historia, pero lo que me hace sentir orgullosa de él, son la serenidad y orgullo con el que siempre se ha enfrentado a los eventos y las dificultades en la vida deportiva y fuera de ella.”

En el 50 aniversario de su victoria en el Tour, la organización invitó a la familia a Paris. Allí, los niños de la escuela Gastone Nencini vistieron una camiseta amarilla con un león en el pecho formando de nuevo, cincuenta años después, la nube amarilla. El Giro de Italia, en su edición centenaria llegó a Florencia como homenaje a Bartali y Nencini.

Raphaël Géminiani, que junto a Nencini han sido los únicos en terminas el Giro, el Tour y la Vuelta entre los diez primeros el mismo año, dijo de él que la única razón para seguir a Nencini en un descenso era si se deseaba la muerte.

Nencini, el león de Mugello, el niño que fue capaz de soñar un futuro distinto al que le habían imaginado, el hombre que guardaba los trofeos en una caja de licores en el sótano porque no necesitaba galardones para demostrar que era alguien, es el menos recordado de los siete italianos que han ganado el Tour de Francia. Y lo que le hacía más grande aún, es que no le importaba.



Carlos Saiz Domínguez, EL LEON DE MUGELLO, URTEKARIA REVUE, Numero 31, 2° trimestre, Lemoiz, 2018 



Bibliografía:

Ø Rouleur
Ø La Gazzetta dello Sport
Ø Periódico Il Tirreno


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Traduzione italiana




Il LEONE DEL MUGELLO

Carlos Saiz Domínguez 







"Nencini è un uomo duro, 
una pietra focaia forgiata dalla sua stessa  fatica, 
e non è facile da sconfiggere"




Sono stati sette gli italiani che hanno vinto la corsa a tappe più importante del mondo: il Tour de France. I sette magnifici sono: Ottavio Botecchia, Gino Bartali, Fausto Coppi, Gastone Nencini, Felice Guimondi, Marco Pantani e Vincenzo Nibali. Tra tutti loro forse quello meno ricordato è Gastone Nencini, cosa che a lui poco importava.

Nato a Barberino di Mugello, molto vicino a Firenze, Nencini debuttò tra i professionisti nell'anno 1953, arruolato nella squadra della "Legnano", nota marca di biciclette. Trascorsi due anni tra i professionisti, sorprese tutti quando, durante il Giro d'Italia, arrivò alla penultima tappa come leader della classifica generale. Dietro di lui, Fausto Coppi e Fiorenzo Magni. L'arrivo a San Pellegrino sarebbe stato l'ultimo ostacolo da superare per far sì che un giovane Nencini fosse il sorprendente vincitore della corsa rosa, ma Coppi e Magni avevano altre intenzioni. Alla partenza da Trento, i due si allearono e fecero saltare i pronostici. Magni, che montava le ruote del Giro delle Fiandre, lanciò insieme a Coppi un feroce attacco ai danni di Nencini, costretto a guardare Coppi vincere la tappa e Magni il Giro. Anche se aveva vinto due tappe e il premio della montagna, prese nota di quello che era successo per le future edizioni.

L'arrivo di Nencini al professionismo fu un'alterazione dello status quo. E' noto il trattamento che ricevono molti gregari dai loro capitani: nella memoria di tutti rimangono le lacrime di Andrea Correa, corridore della Bianchi e gregario di Coppi, che diventò leader del Tour de France nel '52, senza il permesso del suo capitano. Il giorno dopo si staccò e recuperò la sua serenità. Nencini, di carattere indomito, non era disposto a subire lo stesso trattamento e questo provocò una certa inquietudine ai capitani delle squadre avversarie.

Dopo un anno nel quale s'impose nella tappa finale del Tour e nelle Tre Valli Varesine, Nencini si presentò al Giro d'Italia del '57 con dei giganti della strada, come il francese Louison Bobet e il lussemburghese Charly Gaul. Bobet, attaccò per primo e s'impose come leader nella seconda tappa, curiosamente vinta da Gaul. Il francese continuò come leader fino a che, a Campo dei Fiori, Gaul ritornò leader della classifica. Quando mancavano quattro tappe, verso Trento, ancora una volta nella città del Concilio, Gaul si fermò per espletare una funzione fisiologica, Bobet se ne accorse e lanciò un attacco colossale. C'è chi lo ha battezzato come "il Giro della pipì". Poblet e Nencini, avendo imparato la lezione due anni prima, si attaccarono alla sua ruota, vinse la tappa lo spagnolo e l'italiano passò al comando della classifica. Finalmente Nencini riusciva ad entrare a Milano vestito di rosa e con 19 secondi di vantaggio su Louison Bobet. Alla fine, la Gazzetta dello Sport la definì la corsa più bella del secolo, sottolineando  che il Giro d'Italia non aveva mai portato fortuna al campione francese.

Nencini continuò la sua carriera vincendo tappe al Giro e al Tour. Era un ciclista di un metro e ottanta, resistente nelle salite e un discesista eccelso. Sapeva, da quando era piccolo, che tutto quello che era riuscito a fare era dovuto al suo sacrificio e non si risparmiava nello sforzo. Nella sua memoria erano impresse quelle parole di suo padre Attilio, quando gli disse che doveva essere realista, che di Coppi e Bartali  ne nasceva uno ogni cento anni. Il giovane Nencini si mise al lavoro, comprò una bicicletta di seconda mano e chiese a un suo amico di tenerla a casa sua, per non farla vedere a suo padre.

Nel 1960, anno olimpico, un francese vinse in Italia e un italiano vinse in Francia. Il Giro partì da Roma e finì a Milano, salendo per la prima volta il temibile Gavia. Nencini, vestendo la maglia della Carpano, vinse due tappe ma non la cronometro contro la forza di Anquetil, che vinse il Giro per 28 secondi di vantaggio su Nencini.
Mantenendo l'eccelsa forma fisica, Nencini diventò leader del Tour de France nella seconda semitappa della prima tappa. Nove giorni dopo, il francese Rivière, favorito locale, vinse a Pau e Nencini tornò in cima alla classifica. Nencini era un uomo duro, una pietra focaia forgiata dalla sua stessa  fatica, e non era facile da sconfiggere. Conosciuto in Francia come "Nuvola gialla", resistè su i Pirenei e sulle Alpi, agli attacchi di Revière, che ebbe la sfortuna di cadere in discesa, nel Massiccio Centrale, il Col de Perjuret, fratturandosi la colonna vertebrale.
Durante la penultima tappa, il Tour si fermò a Colombey - les - Deux -Églises, di fronte alla casa di Charles de Gaulle. Il direttore di gara gli presentò il leader come "Nencini, italiano", ma lo stesso De Gaulle precisò:  "No! Nencini, fiorentino!". Il generale lo salutò e gli disse: "Ha lottato come un vero soldato. Congratulazioni. Parigi è vostra, e lo ha ben meritato". Nencini entrò in Parigi come il quarto ciclista italiano ad indossare la maglia gialla.
Fece anche sei presenze con la squadra nazionale. Da sottolineare il mondiale di Reims nel '58, dove aiutò  Baldini a conquistare l'arcobaleno.
Nella stagione successiva al suo trionfo in Parigi, Nencini cadde sulle strade di casa sua, le Croci di Calenzano, facendosi una profonda ferita alla testa e subendo danni ad alcune vertebre e, anche se non si ritirò, non fu più lo stesso. Finì la sua carriera professionale nella Filotex, insegnando ai più giovani.
Nencini,  come "civile", aprì un negozio di biciclette e diresse la squadra professionistica della Max Meyer. I suoi interessi non finirono qui: andò a lezione di pittura da Pietro Annigoni, pittore realista, famoso tra le altre cose per i suoi ritratti a John Fitgeraltz Kennedy, a papa Giovanni XXIII e alla Regina Elisabetta II.
A 49 anni, a causa di una malattia al sistema linfatico, il ciclista sorridente, amante delle donne, bevitore di un calice di vino durante i pasti, moriva.
Chiunque cerchi su Youtube le imprese di questo grandioso e, purtroppo, poco ricordato ciclista, troverà una stupenda mostra realizzata da sua figlia Elisabetta. Laureata all'Accademia di Belle Arti all'Università di Firenze (si sa da dove viene la sua passione per l'arte). Lei ha organizzato varie esposizioni, come quella nel Palazzo del Pegaso, sede del Consiglio Regionale della Toscana a Firenze, per il sessantesimo anniversario della vittoria di suo padre nel Giro d'Italia.  Lei ricorda suo padre come una persona che non aveva vanità, " il suo nome è nella storia, ma ciò che mi rende orgogliosa di lui, sono la serenità e la fierezza con cui ha sempre affrontato gli eventi e le avversità nella vita sportiva e non solo".
Nel cinquantesimo anniversario della sua vittoria nel Tour, l'organizzazione invitò la famiglia a Parigi. Lì, i bambini della scuola ciclistica Gastone Nencini indossarono una maglia gialla con l’effigie di un leone sul petto formando di nuovo, cinquanta anni dopo, la "Nuvola Gialla". Il Giro d'Italia, nella sua edizione centenaria, arrivò a Firenze, per omaggiare Bartali e Nencini.
Raphael Gèminiani (che, insieme a Nencini, è stato l’unico a finire il Giro, il Tour e la Vuelta tra i primi dieci lo stesso anno), ha detto che l'unico motivo per il quale si doveva inseguire Nencini in una discesa era quello di voler morire.
Nencini, il leone del Mugello, il bambino che è stato capace di sognare un futuro diverso da quello che gli avevano pronosticato, l'uomo che metteva i trofei in una scatola di liquori nel seminterrato, perché non aveva bisogno di premi per dimostrare che era qualcuno, è quello meno ricordato dei sette italiani che hanno vinto il Tour de France e, quello che lo rendeva ancora più grande, è che (non bramando il successo mediatico, ndr) non gl'importava.

















siti web correlati:




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fig. 1| 
Elisabetta Nencini

fig. 2| 
Carlos Saiz Domínguez, EL LEON DE MUGELLO, URTEKARIA REVUE, Numero 31, 2° trimestre, Lemoiz, 2018 




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